sábado, 19 de octubre de 2013

"El Tribuno" fue el principal enemigo de Ragone"

En entrevista con el diario El Intransigente de Salta, Fernando Pequeño Ragone, nieto del exgobernador, repasa el rol protagónico mediático y político que asumió el diario El Tribuno para desprestigiar la gestión e iniciar un proceso de destitución de su abuelo. Sus palabras están sustentadas por un estudio realizado en la Universidad de El Salvador que analiza las variaciones discursivas del, por entonces, medio gráfico más importante de la provincia sobre Ragone, calificándolo, en principio como un "héroe", para caracterizarlo, posteriormente, como "subversivo".

Pequeño analiza, además, el modelo de seguridad actual en la provincia, y la interrelación entre la noción de seguridad que ciertos estamentos de la sociedad construyen, mediados por las "herencias" de la última dictadura cívico-militar.

EI: ¿Cómo estás viviendo los juicios por Lesa Humanidad que van llegando a su final en varias provincias?
FP: Los juicios a los genocidas que quedan vivos, porque muchos se van muriendo, los estoy viviendo con mucha desilusión por la gente que tradicionalmente ha mantenido viva la memoria para poder llegar a esto. En este tema ingenuamente veía organismos de Derechos humanos aparentemente despolitizados, aparentemente victimizados por la falta de justicia. Hoy, a casi más de cinco años de trabajo para el desarrollo de los juicios de lesa humanidad en Salta me doy cuenta que son distintos fragmentos, cada organismo de Derechos Humanos es un fragmento diferente con representaciones sociales bien diferentes extremadamente politizados e ideologizadas que batallan en luchas políticas. 

EI: ¿Y eso vicia el alcance que pueda tener la justicia?
FP: Esto no me parece ni bueno ni malo, sino que le da a los juicios de lesa humanidad otro color.


EI: El del interés de cada sector
FP: Exactamente sus propios intereses, sus propias identificaciones políticas los cuales pivotean sobre los cuerpos de los desaparecidos. Te voy a dar un ejemplo o dos: los dos casos más emblemáticos que conocemos en Salta tienen que ver con la masacre de Palomitas y con la desaparición del ex gobernador Ragone. Quienes militan en los espacios de la masacre de Palomitas, en la reivindicación de ese juicio muy pocas veces han ido – o no van- a donde se reivindica a Miguel Ragone y esto se ha polarizado en oficialismo y antioficialismo, desde mi punto de vista.


EI: ¿Cómo es posible que no vayan?
FP: Porque consideran que Ragone fue apropiado por un Partido Justicialista al cual se oponen por varios motivos. Entonces esos juicios de lesa humanidad están totalmente politizados en ese sentido. 


Cuando, por otro lado, en el Parque San Martín se colocan en las palmeras los nombres de las víctimas de Palomitas, el Partido Obrero tiene representatividad política muy fuerte. Tan fuerte que tapa los discursos de los propios familiares de los desaparecidos y pareciera que eso está correcto y está bien, algunos grupos de familiares que critican fuertemente las reivindicaciones de Miguel Ragone que se hacen dentro del Partido Justicialista. Entonces yo estoy desilusionado de esas luchas porque fragmentan a los organismos de Derechos Humanos.


EI: Llevado a un plano más reciente, pero siempre en el mismo sentido, tenemos a Susana Trimarco en Tucumán y a Alfredo Lebbos. Ambos reclamando por la aparición de sus hijas, pero uno contando con el apoyo del aparato oficial y otro no. Pero mientras, siguen desapareciendo nuestras niñas y jóvenes en manos de las redes de trata... Son nuestros desaparecidos de la democracia.
FP: Siguen desapareciendo, es cierto y esto se puede leer también en cómo ha evolucionado la política pública en relación a la violencia familiar. Yo me acuerdo que antes del 2000 había una sola ONG en Salta, fundada por jueces, que es la Fundación Lapacho que trabajaba en el tema de violencia familiar. Cuando el Estado avanzó sobre el problema, quedó una fundación perdida ahí en el espacio. A mí me parece buenísimo que el Estado avance sobre los problemas. El problema no es la politización de estos espacios sino la negación de la política para hacer política. El problema es el cinismo, lisa y llanamente.


EI: La intervención del Estado, o de la política marcó el rumbo y le dio una nueva significación al reclamo por justicia. Cuando Trimarco recibe el subsidio y su sede de manos del Gobierno fue criticada por algunos sectores mientras sostenía el apoyo de otros...
FP: Exactamente. Sobre el cuerpo desaparecido de la hija de Trimarco se producen luchas políticas de distintos sectores igual que ocurre con el cuerpo de los desaparecidos de los 70, con el cuerpo no aparecido de Miguel Ragone, con las víctimas de la masacre de Palomitas y con la continuidad del silenciamiento de familiares que nunca pudieron decir si quiera “yo tengo un familiar desaparecido y quiero un juicio” porque esos organismos de derechos humanos, aparentemente tan humanos y tan solidarios, nunca se les ocurrió pensar que hay gente que no está representada. Ni a los organismos ni al Estado, entonces es un elemento más de la lucha política. 


Esto es un dato, no estoy tomando una posición crítica respecto de esto pero sí quiero ser crítico respecto de la hipocresía. Porque así como esa hipocresía que aparentemente despolitiza posiciones muy políticas hoy lleva a que el Estado siga sin debatir cuestiones que son esenciales y que han sido las banderas fundamentales de los organismos de derechos humanos. 


EI: ¿Cuáles son esas cuestiones?
FP: Tienen que ver con la seguridad. Hoy desde mi punto de vista, al finalizar los juicios, y no porque se esté haciendo justicia, la continuidad de la lucha de esos organismos debería ser un debate serio sobre la seguridad hoy a la cual le tienen escozor porque han quedado tan marcados por la dictadura que han pensado que la única forma de representatividad posible de la policía es la no representatividad, es el silenciamiento total, es el odio, es la fragmentación, es la imposibilidad de mirar. Y esto pasa también del lado de altos funcionarios políticos que también han quedado marcados por la dictadura al punto de decir: la policía debe ser sojuzgada bajo una conducción civil que establezca el orden. Entonces hasta ahí hay una fuerte ligazón en la imposibilidad de terminar con los juicios de lesa humanidad, con la fragmentación de la lucha de los organismos de derechos humanos después del avance del Estado sobre esos juicios, que yo lo veo muy positivo, pero al mismo tiempo también la imposibilidad de los funcionarios políticos de hablar de una seguridad no represiva, de una seguridad preventiva, de una seguridad que asegure también que el personal que trabaja en la seguridad es un sujeto de derechos humanos, paradigma del siglo 21, justamente y paradójicamente, a partir de las desapariciones en Argentina en los 70.


EI: Es tu objetivo político más próximo…
FP: Es mi preocupación hablar con mis compañeros justicialistas de asumir un compromiso de verdad con la seguridad porque creo que para los justicialistas la seguridad es un gran tabú y cuando no se sabe a ciencia cierta qué política pública desarrollar se escucha el sentido común de la gente que lo transforma rápidamente en una política pública. 


La gente en la calle quiere más seguridad inmediata, no importa cómo ni de quien y fantasean que el Gobernador puede dar la solución mágica y el Gobernador hace un gran esfuerzo ha creado un ministerio de seguridad, las cámaras el incremento del presupuesto en seguridad, pero no son suficientes, no alcanzan cuando no sabemos quién es el que está detrás de esas cámaras. Hay que darle otra entidad a la policía y transformarla desde los inicios, desde que una persona decide ingresar a la fuerza, no por una inquietud vocacional sino por la necesidad de una salida laboral pronta.


El Estado tiene la obligación de debatir sobre este tema. La seguridad que hoy tenemos es la de un intento de responder a los reclamos de una clase media que impone los sentidos de la convivencia , que piden seguridad con “mano dura”, una seguridad punitiva que castigue al responsable sin atacar al problema de raíz, que es lo que genera esta inseguridad, la atención de las necesidades de otro grupo que necesita del Estado, que necesita atención, salud, educación y que es digno de todas las posibilidades que se le puedan brindar para salir de esta situación.

La política que es una política de la dádiva, la del bolsón, la de "la tortita de la Cooperadora Asistencial", la del "amiguismo" y el favor.

Eso debe cambiar de inmediato porque las urnas ya están acusando el recibo. En estas elecciones no nos fue como esperábamos.


EI: ¿La gente va a responder a esta nueva forma de hacer política? Es un riesgo muy grande…
FP: No, claro que no, mirá si le decís a alguien que le vas a sacar los planes o el pan solidario, o la bolsa de harina, claro que no. Pero es un riesgo que debemos correr aquellos que estamos convencidos que hay otra forma de hacer política desde la dignidad.

Hace poco desarrollamos un encuentro que estuvo muy interesante, al que asistieron no sólo peronistas, sino también de otros sectores políticos. 

Ahí analizamos una tesis que reivindica la figura de Miguel Ragone y analiza el papel de Diario El Tribuno en la época en la que desapareció mi abuelo.

En los dos primeros meses, desde el diario lo apoyaron notoriamente. Entre fines del 72 y los primeros meses del 73 se puede notar un fuerte respaldo a su figura. Luego, cuando no hubo conformidad con la forma de repartir la riqueza, cuando las cosas empezaron a no salir como ellos esperaban, empezaron a destituirlo señalándolo como el enemigo.

Ojo, yo no estoy diciendo que El Tribuno mató o fogoneó directamente la desaparición de Ragone. Lo que estoy diciendo es que se constituyó en un fuerte constructor de opinión que determinó la destitución.

EI: Es más fácil desaparecer a una persona si su imagen es negativa.
FP: El hubiese desaparecido de todas formas, sin esas publicaciones, pero sí, definitivamente es más fácil desaparecer a alguien si se le resta poder.


EI: Seguro no esperaban que tendría este fin

FP: No, no lo esperaban, nunca lo imaginaron. Ni ellos ni nadie, pero estas cosas son así, cuando entran a jugar las estrategias de poder y sabemos que nadie esperó que cobre las dimensiones que cobró la desaparición de Ragone y con el Ragonismo. 


EI: ¿Cuál es la relación que tienen ustedes con el diario El Tribuno?
FP: Yo tengo muchos amigos en El Tribuno y el diario acompañó todo lo que es el juicio por la desaparición de Ragone con una cobertura muy honesta y sentida. 


Además me parece horroroso el tema en el sentido de que en las líneas internas del PJ aún no se determinan las verdaderas responsabilidades por la desaparición de mi abuelo.

Esto es así y soy consciente de que lo que digo ahora va a ser leído como que estoy a favor de un sector y en contra de otro. Pero no quiero callar y contribuir con mi silencio a un tema que fue tabú durante muchos años,  que es el rol que jugó El Tribuno en la destitución de Ragone.

Si se quiere se puede trazar un paralelismo con lo que está ocurriendo hoy, que el Diario no conforme con un Gobernante fogonea con la información la construcción de una imagen, un discurso, un concepto entre sus lectores.


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