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sábado, 31 de diciembre de 2016

Elogio de la militancia

Elogio de la militancia (Compartido por Gladys Loys, Santiago del Estero)

 Por Alejandro Grimson

En todas las épocas y sociedades humanas hubo seres mucho más preocupados por el destino colectivo que por su futuro personal. Seres con sueños, ilusiones, fantasías de un futuro menos injusto, con menos disparidades, con mayores derechos. Todos los derechos y cada uno de ellos han sido deseados, ansiados, reivindicados, luchados. Colectivamente. Sin esa lucha, no existiría ninguno de ellos. Sin militancia social, cultural y política, todos los derechos que hoy existen se irían apagando, uno a uno, más lenta o más vertiginosamente.

Son los imprescindibles. Por eso también siempre quieren extirparlos. Son los que tienen vidas y desventuras personales, problemas familiares y laborales, como todo el resto de los humanos. Pero que nunca, ni siquiera cuando se frustran, ni siquiera cuando no le encuentran la vuelta, ni siquiera cuando desean mandar todo al demonio, ni siquiera cuando sienten que sus dirigentes no están a la altura, nunca consiguen dejar de pensar en el futuro colectivo.

Han existido y existen los más diversos compromisos. Si es militancia, es una pasión interesada por la sociedad, por la comunidad. No es un empleo, aunque se puede militar desde el trabajo. No es un salario, aunque en las democracias modernas siempre hay mecanismos de financiamiento público de la política. Utilizar la tergiversación de la militancia para atacar el compromiso político de una sociedad es un acto despolitizador. Uno de los actos con mayor violencia simbólica que puede provenir de las altas esferas del Estado.

Mientan, mientan, mientan. Un día, más temprano que tarde, la sociedad inventará nuevas ilusiones y vendrán nuevos vientos que llevarán a un elogio colectivo de la militancia.

Alejandro Grimson

Y yo agrego.


por un 2017 para recuperar derechos. La militancia de Miguel Ragone vive en cada militante.



sábado, 24 de diciembre de 2016

Carta para una navidad sin resignaciones

[8:21, 24/12/2016] Mari Acuña: Sabes cuanto te quiero.!! No sólo por tu historia,  sino porque desde que te conocí me diste tu cálida amistad cro. SALUD!!!
                    
[19:01, 24/12/2016] Mari Acuña: Sé que fue un año difícil. Doloroso y, sobre todo, amargo. Perdido, le digo yo. Pero no quisiera abrumarlos con estadística para demostrarlo: basta con haber vivido cotidianamente el retroceso para tenerlo presente en estas fechas de indudable balance.

Por contraste, el aprendizaje también fue extraordinario. Lo que teníamos era muy importante, mucho más de lo que entendíamos. Creíamos saberlo, se nos grabó finalmente en el cuerpo. La derrota, aunque duela, no deja de ser un escenario iluminador, ahora sabemos mejor quiénes somos, qué queremos y por qué nos combaten con tanto odio.

Cualquier metal precioso necesita un baño de ácido para eliminar impurezas y brillar en todo su esplendor. Vaya que lo recibimos y vaya que seguimos brillando, pese al intento de aniquilamiento de nuestros sueños y de nuestros amores.

Cuando faltan pocas horas para las festividades, no voy a dedicar una sola línea para identificar a los desleales, los desmemoriados, los mezquinos, los "autocríticos" falaces, los que corrieron con urgencia miserable a ponerse a las órdenes del sicariato neoliberal cuando éstel arreciaba. Será en otro momento. No estuvieron a la altura. No merecen hoy, justo en estas fechas tan emotivas, siquiera ser mencionados.

Su enorme desdicha es saber que estamos vivos, que no nos pudieron silenciar, que seguimos diciendo lo mismo, porque nuestra manera de ser no conoce el verbo resignarse. Retrocedimos, claro que retrocedimos, a los tumbos y en manada. Enfrente tuvimos a todos los poderes juntos, la maquinaria estigmatizante y fumigadora más fabulosa que hayamos tenido que enfrentar, pero como dice Daniel Rosso, lo hicimos con temple, con rebeldía, usando las palabras como piedras, poniendo el cuerpo en cada marcha, en cada plaza, en cada protesta, cuidando lo esencial para la vuelta definitiva: la memoria de nuestros años felices.

Sobre esa memoria, sobre la llama que mantuvimos encendida con tanta dedicación, con soplidos tiernos cada noche, con las manos en cuenco, con los abrazos en la calle, con el susurrado una y mil veces "fuerza compañero" que nos acunó en la pesadilla, vamos a construir la vuelta.

Esa vuelta necesita muchas cosas. Aunque lo principal, nos sobra: convicción. Por donde menos lo esperen, a la hora que no imaginan, el día menos pensado, nosotros vamos a volver y somos muchos.
Sépanlo. Vayan agendando el futuro desde ahora. Va a ser apasionante.

En el último posteo del año, a poquitas horas de la Navidad, levanto mi copa para brindar por todos los que no se rindieron ante el poderío brutal de nuestros perseguidores.

La dignidad es una medalla que los canallas nunca van poder prenderse en la solapa. Celebremos, entonces, que nos la merecemos, porque con las fuerzas que tuvimos en la dispersión honramos compromisos que no están escritos en ningún documento.

Los cumplimos a puro corazón.

Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo.

(Roberto Caballero)