Blanca Lezcano (izq) y Eloísa Rivera (der) región azucarera tucuman, camino a Catamarca, ago 2024 |
Por Blanca Lescano
Si bien el fenómeno de la violación entre las presa políticas de los setenta, y su reciente reconocimiento indiscutido por parte de los operadores judiciales que hace algunos años miraban para otro lado, la sexualidad de las y los militantes políticos de los setenta es un recorte mucho más amplio.
Si solo se enfocase los delitos sexuales y las violaciones de las personas detenidas; que podían ser mujeres y también hombres; la mirada de las formas de la sexualidad y el género en la época, quedaría muy restringido.
Metodológicamente es necesario encuadrar cuando hablas de la sexualidad de las militantes de los 70, a qué sector te estás refiriendo para poder analizar a mayor profundidad.
Por lo que yo escuché, incluso de mi hermana desaparecida; las mujeres militantes apostaban a la vida más libre pero no se negaban la posibilidad de tener familia y hacer pareja.
Los represores consideran que había que matar la cría para que no se reproduzcan "los guerrilleros" como los llamaban para restarles humanidad. Y los militantes consideraban que reproducirse era una posibilidad de continuar construir resistencia y liberación. Migraban con sus propios hijos. Y se escondían con sus hijos. Y cuando se les moría en la guerra una pareja; al tiempo volvían a hacer otra pareja. No se negaban la posibilidad del amor y de la vida sexual.
Así, enfocar las violaciones y enfocar el amor, la pareja, la maternidad y la sexualidad son dos aspectos muy importantes y bien diferenciados.
Como lo expresa Monena Marquez en alguna de nuestras charlas, ocurría también una discriminación hacia adentro. Cuando las mujeres estaban detenidas, y ya tenían hijos; a veces era la propia familia que le quitaba los hijos. Porque como ellas estaban detenidas, había que criarlos y en eso perdían su maternidad. Hubo familias que negaron tener militantes políticos en su seno. Y sobre todo si se reconocían como combatientes. La maternidad y paternidad se volvía ahí muy difícil. Le pasó por ejemplo a una senadora nacional muy reconocida en nuestro medio. A muchas de esas mujeres no les fue fácil volver a ver a sus hijos cuando salieron de prisión. Es necesario recuperar que existió también este otro proceso de discriminación interna.
No todas las familias de los combatientes aceptaban el hecho de que fueran combatientes y eso bloqueaba las relaciones y los negaban. Hay muchas familias que nunca reconocieron que su hijo o hija fuera un combatiente.
Así, hay que tener en cuenta la especial dimensión y problematización de la sexualidad del o de la "combatiente". Una cosa serán las situaciones que se planteaban en el ámbito familiar, íntimo; y otra las del combatiente que estaba en las organizaciones armadas. Y una tercera muy distinta la sexualidad enfocada en la militancia general de los '70. Que no eran combatientes pero sí militantes sociales de distintos lugares, instituciones y partidos.
En mi caso, yo elegí NO SER combatiente. Sí, y bueno, y eso te hace que encares las cosas de otras maneras. No dejes de tener tus ideas y estar en la lucha social, pero no sos combatiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario