Una reflexión de Blanca Lescano
1. Formar militantes o ganar elecciones: La falsa encrucijada
Hay que entender que hay dos formas de hacer política, y
confundirlas es el error que ha marcado a toda nuestra etapa democrática. Una
cosa es buscar el voto fácil y otra, muy distinta, es construir conciencia a
largo plazo.
- El
discurso electoralista:
- Este
enfoque busca acuerdos superficiales y evita las contradicciones a
cualquier costo. Se apoya en discursos cortos, fragmentados, y parte de
una idea muy peligrosa: "subestimar a la gente".
- Con
esto, el resultado es siempre el mismo: "podrás tener un proceso
electoral más o menos bueno, pero no vas a sacar militantes".
- La
formación de militantes:
- Este
es un trabajo que pide otra cosa. Exige "analizar todos los hechos y
los procesos", tomarse el tiempo para detenerse en "momentos
claves" y entender cómo se gestaron las cosas.
- Este
es el único camino que crea un compromiso profundo. De acá salen los
jóvenes que dejan "la comodidad de su casa burguesa" para ir a
vivir y luchar con su pueblo. De acá salen los militantes que son
asesinados, no por estar en la lucha armada, sino simplemente por
"su convicción y su lucha".
2. El peligro de la historia fragmentada
El discurso electoralista y superficial nos empuja a ver la
historia como fotos sueltas, desconectadas. Pero la historia no es así. Es un
proceso, una cadena de causas y consecuencias.
Un ejemplo claro: no podés entender la dictadura del 76 si
no analizás el golpe del 66, y el 66 no se explica si no mirás lo que pasó
antes. Pretender analizar un período aislado es vaciarlo de sentido.
Precisamente, uno de los errores del negacionismo es tomar solo una parte de la
historia. Al hacerlo, no solo se evita el análisis de las contradicciones que
nos llevaron a la crisis, sino que se las sigue alimentando, se las mantiene
vivas y sin resolver.
3. Analizar sin miedo: La complejidad de nuestros procesos y líderes
Y esta negativa a fragmentar la historia nos obliga a mirar
a nuestros propios procesos y líderes con una honestidad brutal. La formación
política no es para "crear figuras" o santificar a nadie con un
"recorte de historia". Al contrario, es para atreverse a mostrar las
contradicciones, porque solo así se entiende la complejidad del mundo real.
Perón y los socialistas No se puede presentar a Perón
como si hubiera sido un "angelito". Fue una figura que "ha ido y
ha vuelto" mil veces. Para entender el peronismo hay que reconocer que
mucha de la lucha obrera que encarnó se basó en los "adelantados que
fueron los socialistas" y en el impacto de la "migración de
posguerra". Las ideas no surgieron de la nada; las trajeron figuras
como... ¿cómo se llama? La mujer esta de Justo, que fue una de las grandes
ideólogas de las luchas feministas acá.
Güemes y la resistencia O miremos a Güemes—, con sus
"sencillas guerrillas" y su "resistencia al centralismo de
Buenos Aires". Su pelea no fue un hecho aislado, fue parte de un conflicto
histórico mucho más grande sobre qué modelo de país queríamos.
La militancia de los 60 Nuestra propia formación en
los 60 fue así. Era un "estilo de vida": leíamos libros, sacábamos
conclusiones. Y en esto fuimos inflexibles: nos equivocamos millones de veces,
claro que sí, pero lo que nunca hicimos fue recortar la historia para salvarnos
a nosotros mismos o a nuestros líderes. Analizarlo todo, con lo bueno y lo
malo, era la única forma.
4. El vaciamiento del discurso: Cuando las palabras no dicen nada
Cuando se abandona el análisis profundo, la consecuencia
directa es que el lenguaje político se vacía. Las palabras pierden su historia,
su peso, y se convierten en etiquetas huecas. El ejemplo más claro es el
término "progresismo", una palabra "tan absurda, tan ridícula y
tan poco claro" que hoy se usa justamente "para no decir nada",
para no tomar una postura y evitar cualquier compromiso real.
5. Conclusión: La memoria histórica como herramienta para el futuro
Haber relegado "la formación política en
profundidad" ha sido "el error de toda esta etapa democrática".
Preferimos el atajo electoral, el discurso fácil, en lugar de la construcción
paciente de conciencia crítica. Es hora de entender que analizar nuestra
historia de manera completa, con sus luces y sus sombras, no es un ejercicio
académico sobre el pasado. Es, al contrario, la única herramienta real que
tenemos para formar a los militantes que necesitamos para dar las luchas del
presente y construir las victorias del futuro.

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