viernes, 26 de diciembre de 2025

¿Vigilando a los vigiladores? El peligro de mercantilizar la prevención de la tortura en Salta

Salta, 26 de diciembre de 2025

La reciente convocatoria de la Cámara de Diputados para integrar el Comité para la Prevención de la Tortura esconde una trampa de legitimidad. Al exigir "experiencia en el sector privado" para sus comisionados, se abre la puerta a que los intereses del mercado y la cultura policial de las agencias de seguridad privada colonicen un organismo que debería ser el último bastión de los derechos humanos. ¿Podemos confiar en que quienes forman parte del negocio de la seguridad fiscalicen con rigor la violencia institucional que ellos mismos, a veces, replican?

 Por Fernando Pequeño Ragone

En el llamado a concurso se lee claramente el siguiente párrafo … “Acreditación de experiencia directa en sector privado, y/o sector público en prevención de la tortura, mediante la certificación correspondiente” en alusión a los requisitos que entre muchos otros pueda o deba tener quien aspire a concursar.

Llamado en línea en https://boletinoficialsalta.gob.ar/instrumento.php?cXdlcnR5dGFibGE9QXwxMDAxMzE1NTUmZGF0YT0yMjA5N3F3ZXJ0eQ==


Un dilema a partir de la experiencia y de la creencia.

Como ciudadano comprometido con la defensa de las garantías fundamentales, observo con profunda alarma las condiciones del reciente llamado a concurso para el Comité para la Prevención de la Tortura de nuestra provincia. Al leer que se valorará la experiencia en el "sector privado" para un cargo de tal magnitud, no puedo evitar preguntarme: ¿Estamos diseñando un órgano de control o una mesa de enlace corporativa?

Sostengo con firmeza que incluir perfiles provenientes del mercado de la seguridad en este Comité no es un avance técnico, sino un riesgo directo para su independencia. Aquí expongo mis razones:

 

1. El conflicto de intereses es inevitable


Me preocupa que la "lógica del mercado" termine creando zonas grises de influencia. Si quienes deben fiscalizar instituciones privadas de seguridad o salud mental provienen de esos mismos sectores, la supervisión se suaviza. Los vínculos previos y la afinidad con modelos que priorizan la rentabilidad por sobre el bienestar humano corren el riesgo de transformar las inspecciones en meros trámites de cortesía empresarial.

 2. No se puede proteger un derecho con lógica de mercado


La seguridad privada, por definición, es una mercancía: protege a quien puede pagarla. Por el contrario, la prevención de la tortura es un mandato de igualdad absoluta. Introducir una visión mercantilista en un órgano de derechos humanos desvirtúa nuestra misión: proteger a los más excluidos, a los invisibles del sistema, a quienes no tienen lugar en la "secesión de los exitosos".


 3. El reciclaje de sesgos autoritarios


Es una realidad insoslayable en Salta: el sector de la seguridad privada es el refugio laboral de personal retirado de fuerzas policiales y armadas. Al valorar esta experiencia, el Comité corre el riesgo de integrar a personas formadas en la misma cultura institucional que debe ser monitoreada. ¿Cómo va a detectar un maltrato quien lo ha naturalizado durante toda su carrera castrense?


 4. La amenaza a la independencia funcional


Para que el Comité cumpla con el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura (OPCAT), debe ser técnica y éticamente independiente de cualquier interés. Legitimar la experiencia privada como un valor de idoneidad es entregarle una llave a las cámaras empresariales. Nuestra misión no es fomentar el negocio de la seguridad, sino reducir el poder punitivo y evitar el abuso.


 5. El riesgo de la "autorregulación"


Temo que un perfil técnico "del mercado" tienda a validar la autorregulación de las empresas en lugar de aplicar inspecciones sorpresivas y exhaustivas. En una provincia donde ya hemos visto habilitaciones irregulares y condiciones indignas, no podemos permitir que la fiscalización esté despojada de una mirada civil pura y libre de intereses comerciales.

 

Estoy convencido de que la verdadera eficacia del Comité para la Prevención de la Tortura de Salta, no radica en "entender el mercado", sino en mantener una distancia ética absoluta de él. La integridad física y moral de las personas bajo custodia del Estado o de privados no puede ser negociada bajo ningún criterio de rentabilidad.

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