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jueves, 21 de febrero de 2013

Disertación de Hernán Brienza sobre la figura del "caudillo"


En el marco de la conmemoración a los 200 años de la Batalla de Salta  


Hernán Brienza es politólogo y periodista, miembro de grado del Instituto de Revisionismo Histórico Iberoamericano Manuel Dorrego. Es editorialista del diario Tiempo Argentino, conductor del programa Argentina Tiene Historia y columnista político del programa Mañana Más, ambos por Radio Nacional. Colabora en las revistas Caras y Caretas y Bacanal. Trabajó en los diarios La Prensa, Perfil y Crítica, y en las revistas Tres Puntos, TXT y Acción; también colaboró en Ñ y Le Monde Diplomatique; presentó su exposición en el día de ayer en la Casa de la Cultura de Salta, ubicada en Caseros 460.

En su disertación, Brienza se centró en la figura del caudillo, personaje histórico tan afamado como denostado a la vez.

Según Max Weber, el caudillismo es una de las justificaciones para fundamentar la legitimidad de una dominación, y se caracteriza por "la autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras cualidades de caudillo que un individuo posee. Es esta autoridad "carismática" la que detentaron los profetas o, en el terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos políticos."

Partiendo de tal definición Brienza distingue tres etapas en la construcción del caudillaje en nuestro país. La primera de ellas se da con el llamado "caudillismo de Mayo", sucedido en tal revolución y que marcó el inicio de Artigas como caudillo y líder oriental.

La segunda etapa refleja la discusión entre Unitarios y Federal (1920), en un clima de las masas populares del interior del país que se expresan anárquicamente (las provincias se oponen férreamente a la administración central de Buenos Aires). En un época atravesada por la guerra civil (iniciada por la discusión sobre quién explotará la minas de Famatina) el caudillaje -en ésta etapa- se identifica con las ideas de Istanislao López.

En la última etapa Brienza distingue a un caudillaje estructurado y con una finalidad directa: pelear por la construcción de un Patria que cumpla con el lema de la Revolución de Mayo; una Patria más equitativa, inclusiva y federal. Las ideas de Peñaloza y López Jordán, entre otros, son decisivas.

Finalizando su disertación el politólogo rescata una reflexión generadora de ásperos debates a lo largo de la historia: aquella falsa dicotomía que expresa la generación del caudillaje a partir, estrictamente, de una separación estrictamente geográfica y territorial (las provincias vs. Bs. As.) remarcando que su raíz no solo se basa en esta causalidad, sino que además "se trata de una división ideológica y de contenidos políticos". Utiliza un ejemplo claro y concluyente: "Güemes no fue caudillo (sólo) por haber nacido en  Salta, sino por haber planteado la reforma agraria, enfrentándose a la oligarquía agraria)

Para Brienza -y opinión a la cual suscribe también el cronista- el caudillo no era sinónimo de "salvaje", barbarie o autoritarismo -definiciones asignadas por Sarmiento en el "Facundo"- que a su paso solo causaba desmanes y saqueos, sino que se trataba de una figura política, identificada con las masas populares y arraigado a la necesidad de emancipación de estos sectores y cuya única finalidad era el planteamiento concreto de las ideas reconocidas por la Rovolución de Mayo: igualdad, equidad e inclusión.

Hernán Brienza en la Casa de la Cultura:

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